La Clave Afortunada

Crecí en el South Side de Chicago, criado por una iglesia pentecostal pero formado por el pragmatismo: mi mente es equilibrio entre rigor de laboratorio y sabiduría callejera. No diseño juegos; diseño ritmos psicológicos. Mis máquinas de pollo más vendidas nacieron en carnavales brasileños: los tambores no solo acompañaban las victorias—se convirtieron en el latido del sistema. Integré variables de la caja de Skinner en algoritmos RNG para que los casi-aciertos generaran picos de dopamina… no como fallos, sino como señales anticipatorias. Uso mapas de seguimiento ocular para ver dónde los jugadores fijan la mirada más tiempo—no en la pantalla de pago, sino en el gallo emplumado durante la animación. Ahí, la psicología encuentra la percusión. Los juegos de alto RTP (96%+) no están trucados; están compuestos como samba: impredecibles, pero justos. No se gana por suerte—se gana porque tu timing coincide con el ritmo.