Cuando el mundo gana, yo pierdo mi alma

Solía pensar que la suerte era un mecanismo—algo que podías hackear como código. Pero ahora sé que es más como poesía escrita en luz de luna. Crecí en un barrio donde cada pantalla brillaba con ritmos de桑巴 y gallinas digitales chillando bajo la nebladusk. Nos dijeron: persigue ganar. Apuesta grande. Optimiza RTPs. Lo hice. Y luego vino el silencio. No tras una victoria—sino tras la décima pérdida, me senté solo con mis pensamientos, y comprendí: el juego no estaba para que ganara. Estaba para que sintiera. El RNG no le importa si estás roto o valiente. Solo gira. Como lluvia sobre cristal. Empecé a usar apuestas gratis—no porque necesitaba dinero, sino porque necesitaba quietud. El carnaval no era sobre premios—era sobre presencia. La mesa de gallinas no recompensaba habilidad—reveló alma.